Atardeceres me acompañan
para ver en el cielo
lo que en tierra no pude.
Yo, cisne blanco,
tu, princesa enamorada.
Si fueras capaz de ver lo que por ti sentí
a pesar de tus desplantes y negativas…
Con desamor me heriste
y con muerte me rehice.
Una flecha en tu corazón clavada veré,
el culpable no seré.
Tu desdicha empezó y la mía finalizó
al ver como sufrías
por separarte de tu verdadero amor,
el cual no era yo.
(Basado en la figura del poeta Rubén Darío)